Tienen muy mala suerte. A las empleadas de hogar en España les persigue un maleficio. Hasta la fecha fijada por la OIT este año como el día internacional de ellas, el 30 de Marzo, ha coincidido con el viernes santo y ese día simbólico dedicado a este colectivo ha pasado desapercibido para toda la población española, volcada en la fiesta de semana santa y en los proyectos vacacionales.
Tienen mala suerte. Quién va a reflexionar ni a hacerse eco de sus justas y dolorosas reivindicaciones en estas fechas en que media España disfruta en la playa o viendo los desfiles marciales, los juegos malabares (algo ridículos en algunos momentos) y la exhibición gimnástica de los legionarios portando cruces por nuestras ciudades.
Hay que ser realistas. Nadie medianamente solidario se va a plantear en estas fechas los viacrucis de las empleadas de hogar, ese colectivo formado en inmensa mayoría por 1) mujeres, 2)inmigrantes y 3) sin papeles. Quién se va a poner a analizar, en estas celebraciones religiosas y festivas, si esos clavos que las mantienen colgadas en sus cruces laborales se podrían eliminar o al menos reducir para darles alivio. Muy difícil. Repasemos algo de esas cruces. Son dos minutos solamente.Veamos.
1.- Mujeres. En España, según el INE, este colectivo lo integran 641.000 personas, de las que el 87% son mujeres y, según el ministerio de empleo, más de 217.000 se encuentra trabajando sin cotizar. La reforma de Zapatero del 2011 algo las mejoró ordenando a los empleadores su inclusión en la seguridad social, pero sin derecho a cobrar el paro, por lo que a veces se quedan sin ingreso alguno cuando fallece la persona a la que cuidan. La primera, en la frente.
2.- Mujeres inmigrantes. Su problema se agrava ya que al ser inmigrantes tienen que aceptar lo que nadie quiere y es trabajar como internas con jornada laboral de 24 horas (cotizando por 8 h), con lo que, si alguna de ellas es despedida, se queda incluso sin lugar donde dormir y acaba prácticamente con su maleta en la calle. Además su cotización tampoco genera derecho a pensión futura. La segunda, en la boca.
3.- Inmigrantes sin papeles. Muchas de ellas se ven obligadas a someterse a la economía sumergida y no pueden denunciar los abusos que sufren pues, al carecer de documentación, podrían ser deportadas a sus países de origen. Tampoco tienen protección contra accidentes de trabajo y a veces sufren acoso sexual encubierto, que de todo hay. La tercera, en el pecho.
Hay que añadir para que se sepa, que España es un país cuyo Gobierno no ha ratificado el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que exige igualdad de derechos laborales para estas mujeres, cosa que sí han hecho 25 países, entre ellos Portugal.
España no ha tenido tiempo de estudiar la extrema situación de estas sufridas trabajadoras. El Gobierno está muy ocupado en rescatar dos autovías más, precisamente ahora en abril, y no se puede sentar a resolver estos otros problemas sangrantes, pero los ministros no dejan de trabajar. Hasta en los días festivos de semana santa cuatro ministros (dos de ellos reprobados) se han desplazado para honrar a Cristo en las procesiones malagueñas y a recoger sendas medallas otorgadas por las cofradías. Incluso han cantado el himno legionario proclamándose "novios de la muerte" para dar testimonio patriótico-cristiano y no para recaudar votos de ingenuos.
España es distinta, muy crédula y así de ferviente. Señor, qué cruces.
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