Las precipitaciones en general y en Rute en particular todavía distan mucho de ser las deseadas y las necesarias. Aun así, el período otoño-invierno del actual año agrícola está permitiendo que remonten los niveles del Pantano de Iznájar. Con esa tímida subida, han vuelto a quedar sumergidos los restos arqueológicos hallados el pasado otoño en el término municipal de Rute, concretamente en la zona del Pamplinar. Correspondían a una almazara romana para molturación de aceite datada entre los siglos I y III d.C. En octubre, el bajo nivel de las aguas había dejado al descubierto la escalinata y los restos del viejo cortijo “La Viudera”. Pronto, lo llamativo de la antigua vivienda se convirtió casi en una atracción turística y original escenario fotográfico para los lugareños.
Muy cerca, Belén Ortiz y Susana Ramírez, arqueólogas del Centro de Investigaciones Históricas y Arqueológicas de Iznájar (CIHAI, renombrado después como ARGE, Arqueología del Genil) encontraban los restos dando un paseo por los alrededores. En vista de que más pronto que tarde volvería a quedar bajo las aguas del embalse, se acometió con celeridad el estudio de la zona. Si bien su valor monumental era escaso, al no ser lugar de residencia, su riqueza patrimonial e histórica se dio por descontada desde primera hora. De coordinar las excavaciones junto a ARGE se encargó Andrés Adroher, arqueólogo de la Universidad de Granada.
A finales de ese mes, el balance del año agrícola era de sólo 36,5 litros, tras un verano de sequía. Diciembre, y por tanto 2017, se cerró con un total acumulado de 213,7 litros. Pese a que la proporción no invita a pensar que se alcancen los seiscientos litros de media que registra Rute, las cifras ya eran notorias y desde luego suficientes para cubrir los restos. Aunque los niveles del Pantano siguen siendo bajos, en torno al 28%, han subido cinco puntos respecto al 23% que marcaban en octubre. A las precipitaciones en el término de Rute, que a mediados de enero ya estaban en 250 litros, hay que sumar el agua recogida del deshielo en el curso del Genil.
Por todo ello, Andrés Adroher ha precisado que los trabajos sobre el terreno se dieron por concluidos el 23 de diciembre. Su compañera de Iznájar Belén Ortiz ha constatado que, en efecto, el yacimiento ya está cubierto casi al completo. Adroher apunta que habría más material de estudio, pero “técnicamente” no se puede continuar, “porque no hay accesibilidad”. De los restos apenas queda a la vista “una isla, sin acceso siquiera a pie”. Es consciente de que, “por el bien de la comunidad”, es mejor que quede cubierto del todo, porque indicaría que se ha acabado la sequía. De cara a que en un futuro volviera a tener acceso, habría que sopesar si merece la pena una segunda excavación o darla por cerrada y con la información disponible “reconstruir lo que pasó”.