Las escasas lluvias que se han producido en lo que va de año agrícola han hecho que, poco a poco, el nivel de las aguas del Pantano de Iznájar comience a subir, poniendo en dificultades el trabajo que en los últimos meses viene realizando el equipo del Centro de Investigaciones Históricas y Arqueológicas de Iznájar (CIHAI), que recientemente ha cambiado su nombre por el de ArGe Arqueología del Genil.
Si la sequía obligó al embalse a devolver lo que perteneció a otras épocas, ahora las naturales precipitaciones empiezan a arrebatar a los arqueólogos la posibilidad de seguir trabando, como puede observarse en la comparativa de las dos imágenes.
La primera zona en quedar bajo el agua ha sido la de las piletas del yacimiento romano, dedicado a la producción de aceite de oliva, encontrado a orillas del paraje del “Pamplinar”, en el término de Rute y en el que ha venido trabajando el equipo de ARGE con la colaboración de la Diputación Provincial de Córdoba y en estas últimas semanas de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, aportación que ha permitido topografiar las estructuras.
Los primeros indicios colocan esta factoría alfarera romana entre el siglo III y el IV d.C. Si bien no se trata de un gran descubrimiento desde el punto de vista monumental, ya que se trata de un centro de producción, este hallazgo ha permitido conocer cómo se articulaban el Guadalquivir y el Genil en torno al aceite de la Bética, del que Roma vive entre los siglos I y V.
Es el tercer resto de este tipo en la península y no muy lejos, en el Cerro de la Mezquita, hubo otro asentamiento.
Según la información que se recopile una vez que finalice la intervención y el trabajo en el laboratorio, se podría saber más de la cantidad y calidad del aceite y la capacidad tecnológica para producirlo. Además, el hallazgo sitúa a Rute en un lugar esencial para entender “la comunicabilidad del Guadalquivir con Roma”.