- Para quien aún no te conozca, ¿quién es niño Ruven y cuál ha sido su trayectoria?
- Niño Rubén, al fin y al cabo, el propio nombre artístico lo dice, no deja de pretender ser un niño que ha ido en busca de su verdad, de aquello que le ilusionaba, que le hacía darle sentido a su vida y a raíz de ahí me encontré con el fagot flamenco.
- Siendo dos disciplinas tan diferentes, ¿Cómo un fagotista se topa en su camino con el flamenco? ¿Qué te animó a emprender hacia esta fusión tan transgresora?
-Todo comienza cuando a los 9 años comienzo mi formación como fagotista en el Conservatorio Profesional de Música de Lucena. Lógicamente al ser pocos fagotistas, la sociedad te va llevando al sendero donde ellos se mueven. Al final hace falta el instrumento para una banda, una orquesta... determinados solos o determinados refuerzos... Y yo me vi involucrado un poco en todo ese mundo. ¿Qué pasó? Que luego al hacer primero de carrera me di cuenta que realmente no era eso a lo que quería dedicar mi vida, a pesar de ser eso lo que creía en aquellos años, que ese era mi sueño.
"Querer no solamente buscar el sonido flamenco en mi instrumento, sino también buscarme a mí mismo dentro ese sonido del fagot"
Y ahí tuve un proceso de retrospección, de mirar un poco hacia mi interior y descubrí que realmente lo que me hacía feliz era componer, era desarrollar proyectos más innovadores, más que tuvieran que ver con la creatividad, sobre todo de mí y sobre todo el mostrarme.
En este sentido, me encontré con mis raíces, con el amor que le tengo también a ese legado de aquí, de los pueblos de la Subbética, de mi pueblo concretamente, de Doña Mencía o de donde he residido muchísimos años, en Lucena, y de ahí surge toda esa búsqueda de querer no solamente buscar el sonido flamenco en mi instrumento, sino también buscarme a mí mismo dentro ese sonido del fagot. Y así es como surge el fagot flamenco y todo ese microuniverso alrededor de lo que yo defino como ese centro angular.
¿Crees que estás abriendo camino hacía un nuevo género o crees que tu arte es algo intrínseco a ti como artista?
- Al fin y al cabo, ese tipo de cosas yo creo que las define el tiempo. Yo siempre intento buscarme a mí mismo y mostrar en mi música todo lo que llevo dentro. Porque mis sonidos se despliegan junto con todas mis experiencias, las historias que he tenido y con las que, lógicamente, ha estado como protagonista el fagot y la música, el arte.
Es verdad que lo que yo hago es muy mío, que no deja de ser como cualquier cantante, que lo escuchas y se dice: esa voz es como única y nadie la va a poder reemplazar. Siempre surgen tributos, siempre surge gente que un poco imita ese movimiento o esa tendencia. Y yo creo que, salvando las distancias, podría encajarme ahí, por lo específico que hago y por lo personal que es mi proyecto.
Lógicamente, yo presento el fagot flamenco en el año 2017 y hoy día vemos un fagot totalmente transformado, un instrumento que está adaptado al flamenco, pero también está adaptado al flamenco con mi influencia y con lo que quería mostrar dentro de mi música.
Hay muchos instrumentos flamencos, que fusionan ese flamenco con el jazz o con música más moderna. Sin embargo, a mí me gusta mucho más el legado que tenemos, por ejemplo en Lucena, de las tres culturas, de toda la música judía, la música musulmana, con el tema de la música sefardí. Música de otras culturas orientales.
Para mí eso refleja mucho más ese microuniverso, más que el jazz o música de otro estilo, de otras tendencias. Al fin y al cabo, construyes un instrumento, no solamente para adaptarlo a un género, sino para adaptarlo a ti mismo y a lo que tú crees que es la música, dependiendo de la visión que tienes y, lógicamente, de lo que has vivido.
- Tu último espectáculo es se llama INHERENCIA, ¿qué evolución representa dentro de tu trayectoria?
- Es un proyecto en el que, como su nombre indica, la pretensión era ir buscando esa parte inherente, no solamente del fagot, sino también de mi persona y su conocimiento. Es decir, la conexión con el flamenco y con todas las culturas que hemos comentado antes, de la música sefardí, de la música árabe, que tan bien convive con el flamenco, por ser de donde viene.
Entonces, este proyecto es muy especial para mí porque ha visto ese transcurso, esa transformación del instrumento y de mi propia persona. Al final no deja de ser un espectáculo de pequeñas cápsulas.
- ¿Cómo podríamos definir esas cápsulas?
De obras con las que yo he trabajado este instrumento, con las que yo he podido experimentar. Por ejemplo, con una obra de guitarra, cómo podría traspasarse este instrumento (el fagot) para buscar su propia identidad. No para que se parezca a una guitarra, pero sí teniendo como referencia, no solamente a las composiciones del flamenco, sino también ese sonido o ese ambiente de los hondos.
Lo mismo podríamos hablar del cante y del baile. Para mí es muy especial también haberlo presentado este año en Lucena porque, precisamente, se estrenó el año pasado en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, gracias al ciclo de la AIEnRuta. Así como en diferentes sitios de España a nivel nacional, cosa que tuvo una acogida grandísima y maravillosa. De hecho, me hizo mucha ilusión y me dio mucha motivación, para seguir hacia adelante.
Y este año también hemos llevado este proyecto a diferentes espacios y uno de ellos, que también me ha hecho muchísima ilusión, como digo, en Lucena, por ser la ciudad en la que resido y en la que he vivido prácticamente desde los tres años. Aunque sea de Doña Mencía y defienda mi pueblo, Lucena también ocupa un lugar muy importante dentro de mí porque conviven aquí muchísimos amigos, muchísima gente que quiero, que admiro y, lógicamente, es la ciudad donde he crecido y donde también me he criado.
- ¿Qué próximos proyectos tienes en mente?
- Entre mis próximos proyectos se encuentra el comercializar este instrumento que he desarrollado, no porque sea algo para el flamenco, sino porque es un instrumento que se ha desarrollado con una finalidad y una dificultad muy grande que he tenido a la hora de incorporar el fagot al flamenco. Instrumentos, como la guitarra, o el cante, utilizan una microfonía y este instrumento, el fagot, al ser un instrumento clásico, pues no está hecho para ponerle un micrófono, por eso tiene esta forma. También buscando esas influencias que a mí me llegan y con las que quería un poco colorear esa música.
Entonces, entre los próximos proyectos viene el exportar este diseño para que otras personas que se dedican a tocar jazz u otro tipo de música con fagot, o alguien que quiera emprender a tocar sus propias composiciones con un micrófono, pueda hacerlo sin tener esas dificultades.
Y entre otros proyectos que también me hacen muchísima ilusión, está la salida de mi segundo trabajo discográfico, que un poco resumirá esos pequeños instantes en los que este instrumento y esos pequeños ingredientes que forman ese microuniverso que comentaba, han ido no solamente naciendo, sino también cobrando forma e interrelacionándose unos con otros.
Además, otro proyecto que también me ha ayudado mucho y que me gustaría terminar el año que viene, es la producción y el estreno de un nuevo documental. En 2019 saqué “El nacimiento del fagot flamenco”, y para el año que viene quisiera sacar “El nacimiento de Niño Rubén”, porque, como comentaba también, de presentar el fagot como un instrumento clásico incorporado con el flamenco en diferentes ambientes, ahora quisiera ampliar esa perspectiva para también hacer ver que una persona con ilusión, con esfuerzo, puede llegar a construir esa marca artística o buscar esa voz dentro de un instrumento.
"He querido buscar esa voz propia a través de mi instrumento, explorando algo que, a priori, puede parecer tan cerrado como el mundo del flamenco."
Muchos artistas, especialmente en el ámbito vocal, tienen más facilidad para encontrar su propia identidad al cantar. No digo que sea algo sencillo, pero quizá estamos más acostumbrados a verlo. En mi caso, he querido buscar esa voz propia a través de mi instrumento, explorando algo que, a priori, puede parecer tan cerrado como el mundo del flamenco.
Por eso, me gustaría lanzar este documental, para mostrar la evolución que he experimentado, tanto artística como personal. Es un proceso que, sin duda, ha marcado un antes y un después en mi vida.
- El pasado 9 de noviembre se te reconoció como “cordobés del año” en la vigésimo sexta edición de los Premios Al-Andalus Ateneo, ¿qué representa para ti Andalucía y la Subbética?
- Para mí, Andalucía, Córdoba en general y la Subbética simbolizan ese hogar, esa casa a la que siempre volvemos. Es el lugar donde encontramos descanso y, en muchas ocasiones, también el espacio para trabajar. Aunque no siempre podemos estar en casa, porque necesitamos salir, relacionarnos, trabajar y vivir otras experiencias, siempre regreso con la sensación de refugio e inspiración que solo mi tierra me da.
"Siempre regreso con la sensación de refugio e inspiración que solo mi tierra me da."
En mi caso, podría compararlo con salir más allá de nuestras fronteras para actuar. Cada vez que vuelvo, siento ese ambiente hogareño que me hace sentir a salvo y a gusto para desarrollar mi arte. Andalucía es mi inspiración, el lugar donde se origina todo lo que creo. Siempre he tenido claro que quiero llevar mi tierra conmigo a través de mi música, porque es en ella donde realmente nace todo.
Por eso, recibir reconocimientos como este, no de fuera, como muchos que he recibido, sino de mi gente, de mi tierra, de Córdoba y, en este caso, de Palma del Río, es una satisfacción enorme. Es maravilloso que mi tierra, a la que amo profundamente, me reconozca. Es como un gesto de reciprocidad, una muestra de cariño mutuo.