El municipio de Iznájar lamenta profundamente la pérdida de una parte de su patrimonio histórico y religioso tras el robo ocurrido en el santuario de su patrona, la Virgen de la Piedad. Durante la madrugada del 31 de diciembre, desconocidos perpetuaron en esta ermita el robo de piezas de gran valor pertenecientes al ajuar de la patrona iznajeña, que representan generaciones de devoción y promesas hechas por los vecinos del pueblo.
Luis Briozzo, el encargado del cuidado del santuario, expresó el impacto que este acto ha tenido en la comunidad: “Es como si te robaran a tu madre. Nos sentimos impotentes, pero confiamos en la Guardia Civil y en que los avances tecnológicos puedan ayudarnos”. Visiblemente afectado, Luis explicó que el municipio está profundamente herido: “Son recuerdos de generaciones, de padres, abuelos, hermanos. Tiene un gran valor material que no podemos calcular, pero el valor sentimental está por encima de todo”.
Las piezas sustraídas
Entre los objetos robados se encuentran los pecherines del Niño y de la Virgen, piezas ricamente adornadas con joyas y ofrendas donadas a lo largo de los años. “Estas piezas estaban decoradas con anillos, pendientes y otras joyas ofrecidas por los vecinos como parte de sus promesas y actos de fe”, detalló Luis. Aunque los ladrones no decidieron llevarse las coronas u otros objetos de valor, sí arrancaron los pecherines a los que las camareras del santuario habían cosido con esmero gran número de joyas producto de promesas, peticiones y donaciones de multitud de personas a lo largo de los últimos siglos.
Según Andrés Luque, presidente de la Cofradía Nuestra Señora de la Antigua y Piedad, los primeros registros históricos de estas donaciones encontrados en los archivos de la cofradía, se remontan al s. XVII. Aunque "su auténtico valor es el sentimental, un valor muy profundo para las personas de nuestro municipio, pues detrás de cada joya hay una historia de fe, donaciones de personas de avanzada edad, deseos de recuperaciones de enfermedades y multitud de circunstancias."
Estas joyas se colocan tradicionalmente durante el mes de agosto, con motivos de las festividades, y se guardan junto a la Biblia del altar. A pesar de que esta última quedó intacta, la pérdida de los pecherines supone un golpe emocional y espiritual para el pueblo.
Investigación en curso
El suceso salió a la luz tras activarse la alarma del santuario, pero los detalles del robo siguen bajo investigación. Por ahora, no se tienen sospechosos claros, y el desconcierto reina entre los vecinos. “Es algo que nunca esperamos. Nadie imaginaba un golpe como este”, afirmó Luis Briozzo. Además, hizo un llamamiento a los responsables para que recapaciten: “Si están en algún lado, les pedimos que devuelvan lo que se llevaron. El pueblo entero está sufriendo y confiamos en el valor del arrepentimiento”.